Same Mistake {Cap. 10}

Agosto 1938.


En un pequeño local un hombre afroamericano tocaba magistralmente la guitarra frente a varios amigos y familiares que lo escuchaban maravillados, era un pequeño bar llamado Lloyd’s.

De pronto el hombre se detuvo, levantó la vista y por las ventanas percibió varias sombras que corrían de un lado a otro, su nerviosismo aumentó en cuanto escuchó los ladridos de una jauría furiosa acechando fuera del lugar.

Su actitud sorprendió a los presentes quienes no entendían su terror ya que ellos no escuchaban ni veían nada de lo que el guitarrista percibía, para su sorpresa de pronto el hombre tomó sus cosas y salió a toda prisa del lugar.

El músico corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, podía sentir a los perros detrás de él, entró en una cabaña que encontró en el camino y se encerró dentro, muerto de miedo ya que sabía que los perros iban tras de él y la endeble puerta de madera no los detendría por mucho tiempo.

Cuando sus amigos entraron en la cabaña lo encontraron moribundo en el suelo, estaba destrozado, solo alcanzó a decir dos palabras: perros negros.




Época Actual

Sam y Dean investigaban un caso referente a un extraño suicidio en el pueblo de Mississippi a una hora de Lawrence; se trataba de un exitoso arquitecto que se había lanzado del techo de una de las edificaciones que él mismo había diseñado, días antes había llamado varias veces a Control Animal reportando el acoso de perros negros.

Las autoridades habían investigado pero nadie había visto o escuchado a ningún perro, momentos antes de morir había reportado que lo perseguían perros negros pero nadie se explicaba como un perro podía haber pasado al portero, tomado el elevador y cruzado los pasillos para atacar al hombre sin que nadie se percatara.

Sam había investigado lo referente a los reportes sobre avistamientos de estos animales y encontró que algunas personas los llamaban perros espectrales o perros del infierno.

—Se habla de estos seres en prácticamente todas las culturas alrededor del mundo, dicen que son espíritus o augurios de muerte y sean lo que sean son malos y enormes ¿Tú crees que sean los que perseguían a Sean Boyden? —preguntó el muchacho frente a la computadora portátil.

—No lo sé Sammy, lo que tenemos que investigar es la relación y el por qué. Vamos, tenemos trabajo —respondió el muchacho rubio tomando las llaves de su auto.

Ambos jóvenes se presentaron con el socio del arquitecto muerto como reporteros de una revista de arquitectura.

El hombre les comentó que su amigo tenía todo para ser feliz y nadie entendía su muerte ya que no había una razón aparente, les narró que de 10 años a la fecha se había convertido en el rey Midas de la arquitectura, Dean lo miró extrañado y le preguntó a que se refería.

—Sean era cantinero en un lugar llamado Lloyd’s y no podía dibujar absolutamente nada pero de repente hace diez años algo sucedió y de la noche a la mañana se convirtió en un genio, podía diseñar los edificios más increíbles —continuó mientras recordaba esa época.

Los dos muchachos intercambiaron una mirada, le agradecieron su tiempo y se marcharon.

—Sam mientras yo voy a checar si hay más reportes sobre esos animales, tú investiga si hay más casos milagrosos como el de este tipo, te veo después —dijo su hermano mientras lo dejaba en el motel.

Cuando Dean entró en la habitación dos horas más tarde, su hermano le comentó que había varios casos similares a lo largo de la historia, el más reciente era sobre una mujer de 42 años que diez años atrás había sido nombrada Jefe de Cirugía en un hospital cercano, la más joven en la historia del lugar para obtener un nombramiento tan importante, casualmente también había estado en Lloyd’s años atrás.

El mayor le entregó unos reportes que había conseguido de quejas referentes a perros negros, eran 19 en total, cuando su hermano los revisaba miró a su hermano levantando una ceja en señal de pregunta.

— ¿Qué? —preguntó sin entender.

—Dean ¿Quién es Karley? —preguntó Sam mostrándole un pequeño papel que estaba pegado en una de las hojas.

—Ah, es la hermosa morena que me atendió, tiene 23 y sus… son reales —respondió sonriendo—. ¿Qué es myspace, algún sitio porno? —preguntó al ver la dirección escrita en el papel.

Sam movió la cabeza sonriendo, le divertía que su hermano no supiera sobre redes sociales.

Le dijo que tenían que investigar sobre los casos de éxito instantáneo y después visitarían el bar que se mencionaba.



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Lawrence, Kansas.


Susan se encontraba en su oficina metida en la computadora, revisaba tanto sus correos como las cuentas que debía mandarle a su contador, cuentas tanto del restaurante como de los otros negocios que tenían, parte de la herencia de su finado marido, en eso escuchó que tocaban a su puerta, era su hijo.

—Ma ¿Estás ocupada? Quería platicar contigo referente al Monstruo, otra vez está encerrada en su cuarto llorando y casi no come y tampoco ha dormido mucho por las pesadillas ¿Qué vamos a hacer? —preguntó mientras tomaba asiento en una silla frente al escritorio.

—Yo también estoy preocupada por ella, pensaba que había comenzado a sanar esa herida pero creo que lo que sucedió en el viaje a Grecia la abrió nuevamente, ésta situación no puede continuar, en la cena voy a hablar con ella y ésta vez no hay excusa para que no baje —aceptó la madre.

La mujer se había percatado de que desde el viaje, su hija se había hundido nuevamente en un estado deprimente por la muerte de Michael; había decidido no presionarla y darle tiempo pero ya había pasado más de un mes y eso no podía continuar.
Esa noche llamó a la chica para que bajara a cenar pero la joven le respondió que no tenía apetito lo cual provocó que la mujer tomara la decisión de poner un alto definitivo a esa situación, sabía que su pequeña estaba sufriendo pero no podía permitir que se autocompadeciera por lo que entró en la habitación sin llamar a la puerta.

Lo que presenció la dejó helada, era peor de lo que suponía, su hija estaba acostada en la cama, hecha un ovillo, traía puesto un suéter del muchacho y abrazaba el oso de peluche que le había regalado su padre años atrás.

Se podía dar cuenta que la chica no había dormido bien ya que su rostro estaba demacrado y tenía unas ojeras enormes alrededor de los grandes ojos verdes que ahora estaban rojos e hinchados por el continuo llanto.

—No me importa si tienes hambre o no Dianne, te vas a levantar de esa cama, te das un baño y en 20 minutos te quiero sentada en el comedor ¿Quedo claro jovencita? Te lo advierto o te metes al baño ahorita o te meto a la regadera con todo y ropa —dijo de manera seca.

Por respuesta recibió una furiosa mirada y un reclamo.

—¡Déjenme en paz, no entienden que quiero estar sola, vete! —gritó cubriéndose con las cobijas.

—Muy bien hija prefieres la segunda opción —retiró la ropa de cama y prácticamente la arrastró hacia el baño y la metió bajo el chorro de la regadera.

La chica se retorcía pero su madre era bastante más alta y fuerte que ella por lo que la pudo dominar con facilidad abrazándola con fuerza, después de unos minutos cuando sintió que los esfuerzos por soltarse disminuían la mujer relajó un poco el férreo abrazo, sintió el estremecimiento por los sollozos de la chica.

—Shh, tranquila pulga, todo va a estar bien cielo —decía al oído, llamándola por el apodo de cuando era pequeña mientras el agua caía sobre las dos, ésta se mezclaba con las lágrimas de la joven.

Después de un rato los sollozos pararon y escuchó la voz más tranquila de la joven.

—Mamá, este… ¿Me podrías dejar sola para que me bañe? Te veo abajo en un momento —murmuró Dianne un poco más tranquila.

La mujer asintió y salió de la recámara para dirigirse a su habitación pero en el pasillo se encontró con su hijo.

— ¡Mamá estás empapada! —exclamó sorprendido al verla.

La mujer ignoró el comentario y solo le sonrió, antes de entrar en su alcoba le pidió si podía calentar la comida y poner otro cubierto, su hermana y ella bajarían en un momento.

La mujer tomó el teléfono y llamó a John para invitarlo a cenar, sabía que los chicos no estaban y además de que quería pedirle su consejo respecto a su hija.

Después de ducharse rápidamente, se maquilló nuevamente y mientras se peinaba, recordó cuando James murió, la reacción de la joven y se estremeció.





Flashback


Esa noche los Holls salieron de cacería, Jim había insistido en acompañarlas.

—Jim no es necesario que vayas con nosotras, de hecho preferiría que no lo hicieras, Dy y yo somos capaces de “solucionar esto”, parece que es un cambia-formas, no te preocupes no es la primera vez que yo me enfrento a uno —insistía la mujer.

—Lo sé Phoenix, pero tengo un presentimiento y me sentiría más tranquilo si voy con ustedes, juro que no voy a interferir con tus cosas, voy a permanecer oculto —alegaba el detective sentado en la cama mientras le cambiaba las balas a su pistola por unas de plata.

La mujer accedió haciéndolo que le prometiera que no se iba a alejar. Había habido un par de homicidios bastante raros y todo le indicaba a la cazadora que un metamorfo estaba en la ciudad.

Cuando llegaron al lugar donde se le había visto por última vez decidieron separarse ya que el lugar era muy grande, Susan iría por un lado y Dianne con su padre por otro.

Después de un rato de buscar sin éxito, la mujer decidió reunirse con su familia sin saber el peligro en que estaban.

James y Dianne caminaban para reunirse con la otra cazadora cuando escucharon un ruido atrás de ellos y un hombre jaló a Dianne tapándole la boca e inmovilizándola contra una pared, cuando el detective volteó sintió que se le helaba la sangre.

—¿Tú? No es posible. Por Dios ¿cómo, qué eres? Por favor suelta a mi hija, dime que quieres —la sorpresa, la angustia de ver a su pequeña amenazada, la adrenalina, todo se agolpaba en el pecho del hombre de ojos verdes.

—Oh vamos Jimmy, Dios no tiene nada que ver conmigo de hecho es lo contrari o—dijo el atractivo hombre al momento en que sus ojos cambiaban tornándose por completo de un tono azul-grisáceo—. Vaya cómo ha crecido tu princesita y ¿cómo está el pequeño Tommy?

—¿Qué carajos quieres? Deja a mis hijos en paz, debí darme cuenta antes de lo que eras, todo mundo decía que eras despiadado y cruel pero no quise creerlo. ¿Por qué te interesan mis hijos? —insistió Jim.

—Nah, realmente ninguno de los dos me interesa solo estoy haciendo conversación aunque pensándolo bien la niña me cae como anillo al dedo ahorita, el mocoso puede esperar, pero si no me equivoco Tommy no es tuyo ¿o sí? Pero volviendo a lo que nos tiene aquí, llegaron justo a tiempo. Te voy a explicar: estoy haciendo un ritual especial y necesito un sacrificio más y la pequeña Dianne es perfecta para eso.

—¡Si le tocas un solo cabello, te juro que…! —le gritó el castaño viendo como el demonio pasaba su mano cerca de su hija.

—¿Qué vas a hacer James, matarme? De verdad hieres mis sentimientos pero te voy a proponer algo, tú tomas el lugar de la mocosa para mi sacrificio o ella muere ¿qué me dices? Decisiones, decisiones, tic toc, apresúrate Jimmy ¿ella o tú? —continuaba el demonio burlándose del aterrado hombre que veía como pasaba un cuchillo por la cara de su hija.

En cuanto la chica escuchó la oferta sus ojos verdes se abrieron de par en par luchando tratando de soltarse. Cuando escuchó la respuesta de su padre las lágrimas brotaron de sus ojos, había aceptado morir en lugar de su hija con la promesa de que la iba a dejar ir sin el menor daño.

El demonio liberó a la joven justo después de apuñalar en el corazón a James para horror de la jovencita.

—Siempre has sido un sentimental Jimmy, pero te voy a decir dos secretos, no había ningún ritual simplemente puse el cebo y cayeron, además tú me estorbabas para mis propósitos y el otro es que de todas maneras voy a ir tras tu familia pero todo a su debido tiempo y por cierto… —lo último ya no lo alcanzó a escuchar la adolescente ya que el demonio lo susurró al oído del detective que miró al ser con una mezcla de odio y temor, segundos después el ser desapareció.

En el momento que Susan llegó a donde estaba su familia vio con horror a su hija llorando arrodillada abrazando a su padre preguntándole una y otra vez qué por qué lo había hecho, rogándole que no la dejara y que era su culpa, Susan de inmediato corrió a su lado.

— ¡Dianne, Jim! —gritó al verlos con sangre a ambos.

—Princesa no llores… nena fue mi decisión… no te culpes… recuerda siempre lo mucho que papi te ama, Phoenix cuida de mis hijos… llama a Bobby dile que…—éstas fueron sus últimas palabras antes de expirar.

—¡Papito no! —gritó la rubia abrazando el cuerpo inerte de su padre.




Habían pasado unos días después del funeral, habían regresado de Texas instalándose nuevamente en Lawrence. Susan había tenido una conversación con Bobby bastante fuerte que la sacudió, el hombre le recordó que no podía dejarse caer, tenía que salir adelante tanto por ella como por sus hijos.

Ese día también le contó sobre un escrito que había visto la noche anterior en la computadora de la chica, era una nota dirigida a su padre en donde le decía que ella era la culpable de su muerte, que debería haber sido ella quién hubiera muerto y no él ya que su hermano y su madre lo necesitaban, también le aseguraba que iba a buscar la manera de regresarlo a la vida para que pudieran estar juntos.

—Por Dios Bobby ¿Tú crees que haya averiguado sobre los demonios de cruce de caminos y los tratos? —preguntó preocupada.

—No lo sé Susy, pero debemos estar atentos a lo que esa niña haga, es bastante inteligente y no dudo que lo pueda averiguar —respondió el cazador.

El cazador estaba preocupado por la familia de su amigo, su esposa apenas dormía, ambos muchachos parecían almas en pena, no demostraban expresión alguna aún en el funeral ninguno de ellos derramó una sola lágrima, Dianne rara vez salía de su habitación y cuando lo hacía no hablaba con nadie, Tom trataba de aparentar que no sucedía nada y se dedicaba a trabajar en el restaurante, era bastante obvio que a los dos los estaba devorando la culpa, aunque por diferentes razones.

Bobby sabía que para el muchacho, el no haberse mudado a Texas con ellos lo hacia sentirse culpable ya que no pudo despedirse o estar con ellos cuando su padre murió y para Dianne era peor ya que había muerto para salvarla.

Durante los días que siguieron, mantuvo una estrecha vigilancia, estaba seguro que la adolescente iba a intentar algo y sus sospechas pronto fueron confirmadas ya que una noche vio salir de manera sospechosa a la rubia, por lo que se lo comentó a la cazadora y ambos la siguieron.

Cuando llegaron la jovencita todavía no había sellado el pacto apenas estaba haciendo su petición, ante ella estaba un hombrecillo vestido con traje negro, de baja estatura y no muy atlético que tenía un marcado acento inglés.

—¿Qué te hace pensar que voy a hacer un trato contigo niña? —preguntó el demonio.

—Por qué sabes quién soy y estoy segura de que en tu línea de trabajo debe valer algo tener el alma de una cazadora, ¿o solo eres un lacayo y tengo que hablar con alguien de mayor rango? —respondió de manera insolente la jovencita frente a él.

—Si sabes lo que te conviene espero que no la escuches si quieres seguir viviendo o lo que hagas —dijo el cazador al demonio sorprendiendo a la jovencita—. Y tú niña, más vale que subas a la camioneta antes de que haga algo que no te va a gustar —ordenó el cazador amigo de sus padres.

—Haz lo que te ordenan pequeña si no quieres que te pongan en un rincón, por eso no me gusta hacer tratos con niños, siempre hay un adulto detrás que lo estropea todo —dijo el demonio de ojos rojos en voz alta—. Pero ánimo niña, te voy a decir un secreto y ese es gratis, de todas maneras no iba a traer de regreso a tu papi —murmuró y antes que ninguno de los cazadores pudiera reaccionar, el demonio desapareció.

Cuando la jovencita pasó cerca del cazador, éste le propinó una fuerte palmada en el pequeño trasero.

— ¡Tío Bobby! —gritó la chica sorprendida.

—Más te vale subirte y callarte por qué de donde provino ésa pueden llegar más —dijo acercándose amenazadoramente.

La joven apresuró el paso, no tenía intenciones de tentar el humor del cazador, el trayecto de regreso a la casa fue bastante silencioso, tanto la mujer como el cazador sabían que no era el momento para tener una discusión con la chica, debían calmarse, lo importante era que la niña estaba bien.

En cuanto llegaron a la casa Susan le ordenó a su hija que se sentara en la sala y los esperara, por su tono de voz la joven supo de inmediato que estaba en problemas.

—¡Me puedes explicar niña ¿Por qué fuiste a buscar a un demonio, sola y desarmada?! —le preguntó el cazador exaltado—. ¡Quiero una respuesta Dianne, ahora! —gritó al ver que la jovencita solo se encogía de hombros.

La joven palideció visiblemente, sabía que tanto su madre como el otro cazador estaban furiosos pero jamás la lastimarían, aun así la rubia se estremeció cuando Bobby levantó la voz.

—Para revivir a papá —susurró ella—. Tío Bobby… no pensé que…—continuó la jovencita pero él la interrumpió.

—Eso es bastante obvio, jamás vas a encontrarte con ningún ser sobrenatural desarmada ¿Qué hubiera pasado si te hubiera atacado, tampoco pensaste eso niña tonta? —preguntó molesto.

La niña bajo la mirada y gruesas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas mientras les narraba lo que el demonio le había contado, su padre había ofrecido su vida para salvarla en efecto y estaba siendo torturado en el infierno, les preguntó como iba ella a poder vivir con eso.

La adolescente encogió sus piernas y las abrazó ocultando su cara entre sus brazos comenzando a sollozar, eso le partió el corazón al experimentado cazador quién siempre había sentido debilidad por esa niña.

—Ven acá chiquilla tonta —el hombre se sentó a su lado y la envolvió en sus brazos—. Cariño lo que te dijo no es verdad, tu papi si dio su vida por ti pero no quiero que te sientas culpable, fue su decisión. Pequeña tienes que prometerme que nunca vas a intentar algo así, sabes que a tu papi no le gustaría eso ¿Cierto? Vamos, límpiate esa cara y vete a acostar —dijo mientras le secaba las lágrimas con su pañuelo, gentilmente le levantó la cara para que lo viera a los ojos.

La joven asintió y se marchó a su habitación dejándolos a ambos pensativos después de un momento la mujer rompió el silencio.

—Bobby ¿Tú crees que lo que le dijo el demonio sea cierto? —preguntó abrazándolo.

—Por supuesto que no, esos hijos de puta son especialistas en engañar y espero que tú tampoco estés pensando en ir a buscarlo por que contigo no voy a ser tan tolerante como con el demonio de Tasmania que tienes por hija —comentó levantando una ceja mientras veía los hermosos ojos azules.

—No señor —respondió sonriéndole—. De verdad gracias por todo Bobby, de no ser por ti ésta familia se habría desmoronado, te quiero Papá Oso —dijo antes de darle un beso en la mejilla.

—No tienes nada que agradecer, tú y tu familia siempre van a contar conmigo Susy —respondió apretando su abrazo y sonriendo al escuchar el sobrenombre con el que lo llamaba siempre Jim.





Época Actual


La cena transcurrió en bastante calma, John y Susan conversaban y esporádicamente Tom hacía algún comentario pero en ningún momento lograron que la chica rubia participara de la plática, todo el tiempo estuvo callada y pensativa y cuando respondía era con monosílabas.

La joven después de cenar regresó a su habitación para intranquilidad de la mujer.

—¿Qué puedo hacer John? Tom y yo hemos intentado de todo pero es inútil, no logramos nada y francamente estoy bastante preocupada, no la había visto así desde la muerte de Jim —dijo mientras le daba un trago a su café.

—Debes darle tiempo, tú y yo sabemos que algo así no es fácil de superar, lo qué necesita es distraerse, voy a hablar con los chicos respecto a eso —dijo tratando de sonar tranquilo pero la verdad es que también a él le preocupaba la actitud pasiva de la que antes era una alegre joven.

Estaban terminando de lavar los platos cuando vieron a Dianne dirigirse a la puerta y le preguntaron a donde iba.

—Voy a caminar un rato para despejarme, no puedo dormir hace demasiado calor, no se preocupen por mi, estoy bien, todo va a estar bien otra vez, pórtense bien John y diviértanse —dijo mandándoles un beso a ambos mientras salía alegremente.

—Ok eso fue raro ¿Mamá estás segura de que el Monstruo no es bipolar? —preguntó Tom extrañado.

—Esa niña se trae algo entre manos y no me gusta nada —dijo en voz alta el cazador a lo que la mujer de cabello cobrizo estuvo de acuerdo.

Tom les sugirió que él la siguiera para ver a donde se dirigía y los mantendría informados vía telefónica, después de decirles eso se marchó.





Greenwood, Mississippi


Ambos muchachos habían llegado a un establecimiento pequeño y no muy atractivo en las afueras del pueblo, cuando estaban por entrar Dean notó algo que le pareció extraño, el lugar estaba cerca de un cruce de caminos y en cada uno de los lados había unas flores amarillas, no eran silvestres alguien las tenía que haber plantado, eran Milenramas, unas flores que se utilizaban para algunos rituales de invocación.

—Dos personas exitosas mueren después de venir hace 10 años a este bar que casualmente está en un cruce de caminos, no puede ser coincidencia —comentó el rubio mirando el lugar.

— ¿Tú crees que hayan hecho un pacto? —preguntó su hermano.

—Vamos averiguarlo, este es el centro —dijo parándose en medio del cruce.

Ambos jóvenes comenzaron a cavar en el lugar, después de un momento encontraron una pequeña caja metálica, dentro encontraron huesos de gato, una botella con tierra dentro y una fotografía vieja entre otras cosas.

—Huesos de gato negro, tierra de cementerio, Dean esto es brujería, todo esto se utiliza para invocar a un demonio —dijo Sam intranquilo.

—No cualquier demonio Sammy, en los cruces es donde se hacen los pactos, esta gente no sabe en lo que se meten realmente —aclaró visiblemente molesto el joven cazador.

—Todos han visto perros negros pero realmente son Carceberos, perros del infierno, quién este haciendo los tratos ha regresado para cobrar los pactos, es como la leyenda de Robert Johnson, él que vendió su alma en un crucero para convertirse en guitarrista de blues ¿no? —comentó el alto joven.

—Solo que no era una leyenda, conoces su música Sam —comentó pero Sam lo miró levantando las cejas—. ¿El Blues del Crucero, El perro del infierno anda tras de mi, El pacto con el Demonio? Todos son blues famosos, ok se dice que murió ahogado en su propia sangre y que estaba alucinando y murmurando sobre perros negros, y ahora está comenzando nuevamente —informó incrédulo de que su hermano nunca hubiera escuchado sobre esas canciones.

Sam le dijo que tenían que investigar quién más estaba haciendo tratos y detener al demonio pero cuando su hermano estaba por responderle, su teléfono celular sonó, fastidiado lo respondió ya que reconoció el número, era de su padre.

—Dean necesito que tú y Sam regresen, tenemos un problema, un gran problema —ordenó su padre.

—Papá estamos en un caso, parece que un demonio de cruce de caminos ha estado haciendo tratos y ha comenzado a recolectar, no podemos irnos solo así ¿Qué pasa? —respondió molesto el muchacho.

—Dean escúchame, es Dianne hizo un trato, no te lo puedo explicar por teléfono, los quiero en Lawrence ahora —rugió el tosco hombre y cortó la llamada.

Dean sabía que era grave y le dijo a su hermano que debían regresar, pasaron al motel por sus cosas y emprendieron la marcha.

El menor de los Winchester sabía que debía de tratarse de algo de suma importancia para que su padre les pidiera abandonar una cacería pero por más que interrogó al otro muchacho, éste no le comentó nada.

Sam miraba de reojo a su hermano, la tensión era evidente por como aferraba el volante y la velocidad a la que conducía, estaban a una hora de su pueblo pero llegaron a su casa en menos de 40 minutos.




Lawrence, Kansas


—Papá explícame qué fue lo que hizo la mocosa, te juro que voy a matarla —dijo molesto el muchacho.

Sam miraba a su padre sin entender qué era lo que sucedía o a quién se refería su hermano ya que últimamente llamaba de esa manera tanto a su hermana Beth como a Dianne.

—Dean cálmate y te lo explicamos —dijo una familiar voz detrás de él.

El muchacho se giró y vio al amigo de su padre sentado en el comedor.

—Bobby es bueno verte ¿Qué es lo que está pasando? —preguntó el enorme joven mientras lo abrazaba efusivamente.

El viejo cazador le correspondió y le dio una sonrisa al otro muchacho, ambos chicos se alegraban de verlo.

—Sue me llamó ayer por la noche, estaba muy preocupada por la Fierecilla ya que últimamente había caído nuevamente en depresión por la muerte de Michael, de inmediato fui para ver en que podía ayudar pero lo que nos alarmó fue que antes de salir, su humor cambió radicalmente y dijo que pronto todo volvería a la normalidad —explicó su padre.





Flashback


John les contó que Tom decidió seguir a la rubia y mantenerlos al tanto, le pidió al cazador que se quedara con su madre ya que la veía muy nerviosa; después de una hora la mujer decidió salir a buscar a Dianne ya que en ese momento su hijo les había llamado para decirles que había perdido el rastro de la rubia.

El cazador de cabello oscuro decidió acompañarla ya que sabía que referente a sus hijos la mujer se volvía imposible, no había forma de razonar con ella si sentía que alguno de ellos podía estar en peligro.

Recorrieron el pueblo una y otra vez sin éxito hasta que el teléfono del cazador sonó, era Tom.

—John la encontré pero no entiendo que está haciendo, estamos en el cruce de la carretera vieja.

—Tom necesito que me describas exactamente que es lo que está haciendo tu hermana, es importante —ordenó al muchacho.

El rudo cazador contuvo el aliento mientras el hijo de su amiga le describía todo, su hermana estaba guardando unas cosas en una caja y la estaba enterrando en medio del cruce de caminos.

— ¡Joder Dianne, Tom no te muevas de ahí, vamos para allá! —gritó cortando la llamada.

El hombre golpeó el volante con el puño alarmando a la mujer, sin decir una palabra piso el acelerador de su camioneta dirigiéndose al lugar señalado por el muchacho.





Época Actual


Ambos jóvenes veían sorprendidos a su padre mientras les hacia el recuento de lo sucedido la noche anterior.

—Papá dime por favor que llegaste a tiempo para impedir que Didi hiciera el trato —imploró su hijo menor.

Sam contenía el aliento esperando la respuesta de su padre, su mirada pasaba de un cazador a otro pero el amigo de su padre negó con la cabeza.

—Me temo que no Sammy, llegamos muy tarde, la Fierecilla ya había cerrado el trato —dijo apesadumbrado el hombre.

Los ojos del muchacho se llenaron de lágrimas.

—¿Eso quiere decir que Didi va a morir? ¡Papá tenemos que hacer algo, no puedes permitirlo, Didi no puede morir, no ella! Por favor papá —suplicaba el enorme muchacho.

—Cálmate hijo, por supuesto que no voy a permitir que le pase nada, por eso llamé a Bobby para que nos ayude, estaba por preguntarle si él sabía como se había enterado del ritual la niña —dijo mientras ponía su mano en el hombro del muchacho.

La joven Holls era su mejor amiga y para él era además como su hermana, tenían que buscar alguna solución pero sabía que no era fácil ya que no conocía a ninguna persona que se hubiera podido librar de un trato hecho con un demonio de ojos rojos.

Bobby les contó que le preocupaba más el estado emocional de la muchacha ya que debía de sentirse desesperada para haber intentado nuevamente una cosa así.

—¿Nuevamente? Bobby ¿Quieres decir que la mocosa lo ha intentado antes? —preguntó incrédulo el chico mayor de los Winchester.

—Si Dean, cuando Jimmy murió a los pocos días del entierro, gracias a Dios que Susy y yo lo pudimos impedir a tiempo, llegamos antes de que…—explicaba el viejo cazador.

En ese momento el rubio tomó las llaves de su auto y salió dando un portazo sin dar tiempo a que terminara el hombre su relato, era evidente que estaba furioso.

—Dean ¿A dónde vas? —preguntó John pero no obtuvo respuesta.

Los tres hombres salieron pero solo vieron como el auto negro salía disparado con rumbo desconocido, después de un momento a Sam se le ocurrió a donde podía haber ido su hermano, los tres hombres salieron de la casa.

En la casa Holls Tom hablaba con su madre en la cocina.

—Ma, estoy preocupado por el Monstruo, no entendí bien lo que dijo John pero sonaba como algo grave ¿Tú sabes de que hablaba? —dijo recargándose en el mostrador.

La mujer de cabello cobrizo le dio un trago a su café y levantó la vista hacia él, en su mirada se reflejaba la preocupación pero también su ira.

—Si Tom lo que hizo tu hermana es bastante grave, fue una estupidez, es lo peor que puede hacer cualquier persona —tomó aire antes de continuar—. Por lo que puedo imaginarme vendió su alma a cambio de la vida de Michael —explicó tratando de aparentar serenidad.

Cuando ya no pudo contenerse, se levantó y llevó su taza para lavarla, comenzó a enjabonarla toscamente pero ésta resbaló de sus manos rompiéndose en varios pedazos.

—¡Carajo! — exclamó al sentir que uno de los pedazos le hacia un corte que comenzaba a sangrar.

De inmediato el muchacho tomó un trapo limpio y envolvió la herida.

—Mamá déjame ver si no se te quedó algún trozo dentro —dijo tratando de ver la herida pero la mujer retiró su mano de inmediato.

—Joder Tom, yo puedo hacerlo, no necesito que hagas tanto escandalo —reclamó molesta pero al ver la mirada dolida de su hijo cambio su tono—. Lo siento Tommy, no debí hablarte así, tú no tienes la culpa, es que estoy muy preocupada por Dy —se disculpó la mujer mostrándole la herida.

En ese momento entró el mayor de los chicos Winchester, se veía bastante alterado, al ver al enorme muchacho de cabello oscuro sus ojos reflejaron la furia que sentía, mentalmente se preguntaba ¿Qué hacía ese tipo ahí? Pero al ver la mano de la mujer su ira creció.

—Susan ¿Qué te pasó, estás bien, que te hizo éste imbécil? Te juro que si le tocaste un cabello te mato ¿Entendiste estúpido? —lo amenazó tomando al muchacho por el frente de la camisa y alejándolo de la mujer.

—¿De qué carajos estás hablando Winchester? Yo sería incapaz de hacer algo contra ella, suéltame —respondió el muchacho de cabello oscuro, sorprendido de la reacción del rubio.

—Dean suéltalo, Tom no me hizo nada, se me rompió una taza y me corté, eso es todo —exclamó la mujer tratando de separarlos.

Al escuchar el alboroto Dianne bajo las escaleras al mismo tiempo que llegaron los otros tres cazadores.

—Además este problema no te incumbe ¿Por qué no mejor te vas, que haces aquí? Seguramente tú le metiste esa idea, primero ese imbécil con su auto deportivo y su sonrisa estúpida y luego tú con tu cara de niño bonito ¿Por qué no la dejan en paz? Ella no te necesita, aléjate de Dianne —dijo Dean sin soltarlo.

—¿Y a ti si? Tú no eres nadie para decirme a donde ir y yo no le metí ninguna idea. ¿Qué Winchester, celoso de que yo si la puedo abrazar cuando quiera? —respondió empujándolo.

Tanto John como Susan trataban de separarlos sin lograrlo hasta que se escuchó un silbido.

—Ya basta ustedes dos, parecen dos niños, Dianne no es un juguete o un trofeo que disputar, tenemos un problema serio que discutir y no tenemos tiempo que perder con sus niñerías ¿Entendieron? —recalcó el cazador más viejo mirándolos duramente.

—Si señor —respondieron los dos al unísono.

Cuando John quiso saber la razón de la disputa, para evitar un nuevo altercado entre los muchachos Susan le explicó lo sucedido y el malentendido con su hijo. John revisó la herida y le dijo que no necesitaba puntos ya que el corte había sido superficial, en ese momento Dianne se dirigió a la escalera para encerrarse nuevamente en su habitación.

—No tan rápido jovencita ¿A dónde crees que vas? Tenemos que hablar sobre lo que hiciste así que más vale que vengas acá y acomodes tu trasero en esa silla —dijo John con voz fuerte sin levantar la vista mientras desinfectaba la mano de la mujer.

La joven se volvió mirándolo furiosa y apretó los puños.

—¡¿Quién carajos te crees que eres para hablarme así? Ninguno tiene por qué meterse en lo que yo haga o deje de hacer, es mi vida y lo que yo decida hacer con ella no les importa, lárguense y déjenme en paz! —gritó la muchacha.

—Eres una egoísta Dianne, solo piensas en ti ¿Has pensado acaso como nos vamos sentir los demás con tu decisión, en Sam o en que va a sentir tu mamá cuando se cumpla el tiempo que te dieron? No tienes idea en lo que te metiste mocosa —respondió el muchacho rubio que la miraba iracundo.

—No le hables así estúpido —reclamó Tom.

—¡Ya basta todos, Dianne Nicole Holls te vas a sentar como te dijo John y vas a cambiar de actitud, ya estás en suficientes problemas conmigo y no creo que quieras sumar la insolencia a estos y ustedes dos más les vale dejar de lado sus pleitos! —rugió la mujer a los tres muchachos frente a ella.

—Pero mamá…—comenzó el alto muchacho de cabello oscuro pero la mujer lo interrumpió.

—Dije que ya basta Thomas, las peleas entre tú y Dean acaban en este instante y si no es para aportar alguna idea de como sacar a tu hermana del problema en que se metió, no quiero escuchar una sola palabra tuya —dijo duramente.

El mayor de los chicos Winchester la miró confundido ¿Mamá? No entendía por qué el otro muchacho la había llamado así, su padre le explicó la situación entre la familia Holls y el muchacho Parker, Dean recordó las ocasiones en que sus celos habían salido a flote y se enfureció nuevamente, sentía que se habían burlado de él pero antes de que reclamara algo, sintió la mirada de su padre y entendió que no era el momento y guardó silencio.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos los demás continuaron hablando sobre la situación de la muchacha, el patriarca de los Winchester quería saber como se había enterado del ritual pero Bobby le respondió que en ese momento eso no tenía importancia, debían investigar como romper el trato pero la joven de inmediato reaccionó.

—No puedes hablar en serio Bobby, si lo hacen Michael morirá nuevamente —lo miró suplicante.

El hombre la observó durante un momento y le preguntó si había visto al muchacho muerto pero la joven negó con la cabeza, el cazador la abrazó y le dijo que en ocasiones los demonios mentían para obtener lo que deseaban, primero tenían que verificar si el otro muchacho había vuelto a la vida y después investigar la forma de arreglar el asunto.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Sam.

El muchacho había permanecido en silencio todo el tiempo por lo que cuando habló todos lo voltearon a ver.

—Sammy, yo… —comenzó su amiga pero el joven la interrumpió.

— ¿Cuánto? —preguntó nuevamente apretando los dientes.

—Diez años —respondió en voz baja la joven rubia sin atreverse a levantar la mirada.

En el lugar reinó el silencio ante la respuesta de la muchacha, ella levantó la vista hacia su amigo y se encontró con la expresión dolida del menor de los cazadores que tenía los ojos nublados, se soltó del abrazo de Bobby pero cuando se acercó a su amigo, éste sorpresivamente para todos retrocedió.

—Dean tiene razón ¿Acaso pensabas que te iba a apoyar en esto o pensaste que no nos íbamos a enterar? No puedo entenderlo Didi ¿Qué crees que piense Mike cuando se entere que vendiste tu alma para que él viviera nuevamente? —preguntaba mirándola enojado conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.

En ese momento escucharon una voz proveniente de la entrada.

—Estoy de acuerdo con Sam, Bonita no tenías derecho a hacer eso, fue mi decisión —dijo el recién llegado.

—¡Mike! —gritó la muchacha feliz.

En ese momento echó a correr hacia el muchacho y ambos se fundieron en un abrazo, durante un rato estuvieron así, ella no quería soltarlo por miedo a que desapareciera, deseaba estar siempre en sus brazos sin importarle el alto precio que pagaría años más tarde.

El muchacho neoyorkino tenía varias preguntas ya que a pesar de lo que había escuchado, no entendía a ciencia cierta de que se trataba todo eso de los pactos o como había vuelto a la vida.

Después de que Bobby le diera una breve explicación continuaron con el interrogatorio de la muchacha rubia, tenían que saber exactamente cuales eran las condiciones del trato que había hecho.

—Lo que me dijo es que si intentaba romperlo, Mike caería muerto y eso no está a discusión, no importa lo que hagan o digan, no lo voy a hacer —dijo firmemente la joven cazadora—. Mamá entiéndeme por favor, diez años es bastante tiempo, prefiero vivir ese tiempo feliz a toda una vida extrañándolo, Dean ¿No harías lo mismo si pudieras revivir a tu mamá? —preguntó al muchacho de chamarra de piel.

El joven aludido la miró sin dar crédito a sus palabras y salió del lugar sin decir absolutamente nada.

La muchacha también les comentó que había tratado de que se incluyera a su padre en el trato pero el demonio se había negado, le dijo que James Holls estaba fuera de su “jurisdicción” por lo que el trato solo cubría a su prometido.

Era ya de madrugada cuando todos se retiraron a descansar.

A la mañana siguiente Mike se levantó temprano y bajo a la cocina, Susan estaba tomando café sumida en sus pensamientos, levantó la vista y parado en el umbral de la puerta estaba el novio de su hija, todavía llevaba puesto el traje con el que lo habían enterrado.

—Pasa Mike ¿quieres café? —preguntó ella levantándose para servirle.

—Si gracias señora Holls ¿quería preguntarle qué pasó con mis cosas después de…? Usted sabe —preguntó dudoso el pelinegro.

—¿De tu funeral? La mayoría se las llevaron tus padres pero parte de tu ropa la conserva Dy, en cuanto llegue pídesela imagino que querrás ducharte y cambiarte, por cierto llámame Susan —respondió ella entregándole la bebida sentándose a su lado.

Minutos más tarde la rubia entró en la casa cantando, no se había percatado de la presencia de su madre y novio ya que llevaba puestos los audífonos de su iPod, venía de correr acompañada de Tom que sonreía y cantaba con ella, desde la muerte del muchacho que no la veía tan feliz.

Susan y Mike los veían divertidos, Tom al darse cuenta de que tenían público de inmediato se calló y sonrojándose le hizo una seña a su hermana que miró hacia donde le señalaba, al ver a su novio aplaudir, hizo una reverencia y corrió a abrazarlo.

—Vaya no sabía que cantabas tan bien Holls —dijo tomándola al vuelo.

—Ya ves, una que es perfecta —respondió sonriéndole para después besarlo.

—Y tan modesta, cuidado que está tu madre y tu hermano nos está viendo —le dijo al oído.

Susan después de saludar a los hermanos le comentó a su hija respecto a la ropa del muchacho quién asintió y lo llevó arriba para entregarle sus pertenencias.

Una vez que todos se ducharon se encontraron en la cocina para desayunar. Dianne y Michael se marcharon en cuanto acabaron en el auto de la rubia.

Momentos después llegaron Bobby y los Winchester para hablar sobre el trato y que iban a hacer al respecto, tenían que ver que iban a hacer ahora con los chicos.

Dianne había preparado una cesta de picnic y dirigía su Beetle rojo rumbo al lago donde Mike le había pedido que lo acompañara a NY sorprendiendo al muchacho que la miraba curioso.

Antes de llegar se detuvo a un lado de la carretera le tapó los ojos con una mascada, Michael le siguió el juego divertido y soltó una carcajada cuando ella le recordó el dicho de que la venganza es una perra.

—Te has vuelto toda una rebelde Holls, voy a tener que lavarte la boca con…—la rubia no permitió que terminara la frase ya que en ese momento lo beso apasionadamente—. Vale estás perdonada, puedes decir todas las malas palabras que quieras si vas a besarme así —dijo él recobrando el aliento.


—¿Recuerdas éste lugar Blue-Eyes?

El ojiazul le sonrió cuando ella le quitó la venda y recorrió el lugar, se recargó en un poste en la entrada de la cabaña y volteó a verla complacido.

— ¿Vamos a nadar antes o después de comer? —preguntó él traviesamente.

Cuando regresaron al pueblo decidieron pasar al departamento que había sido del neoyorquino y que ahora pertenecía a la rubia.

Cuando subieron al elevador él le recordó que no traía las llaves pero ella lo miró enarcando una ceja y sacó de su bolso el manojo de llaves.

—Tus padres decidieron que si lo habías comprado para nosotros lo mejor era que yo lo conservara, nadie ha vuelto a entrar desde ese día Mike, con excepción de la señora que viene a limpiar creo que cada 15 días, mamá la contrató —le respondió ella abriendo la puerta del lugar.

Cuando abrió la puerta ambos entraron dudosos al lugar ya que guardaba muchos recuerdos, algunos agradables y otros no tanto. El lugar estaba impecable, en el vestidor había algo de ropa del muchacho que seguramente había quedado de antes de su muerte pero lo que les sorprendió a ambos fue que en el refrigerador había comida fresca.

—Seguramente mamá imaginó que vendríamos.

—Mira lo que encontré: helado, crema batida y cerezas, mmm se me ocurren algunas cosas en las que podemos dar buen uso de esto —mencionó el muchacho con picardía.

Era ya tarde cuando el teléfono de la joven sonaba en el fondo de su bolsa, por supuesto cosa que pasó desapercibida para la joven pareja.

A la mañana siguiente cuando Michael despertó, vio a su novia vestida con una camisa suya, en las manos llevaba una bandeja con café y un par de tazas.

—¿Desayuno a la cama? Creo que podría acostumbrarme a esto —dijo sonriéndole somnoliento pero de repente cayó en cuenta de la hora—. Demonios ¿Qué hora es? Tu madre va a matarme.

—Sip a los dos, de hecho acabó de hablar con ella y está furiosa con ambos, creo que ahora si no te salvas de que te castigue también a ti —respondió sonriéndole mientras asentía—. Pero creo que valió la pena ¿no? —dijo besándolo.

—Eres una niña traviesa Dianne Nicole Holls, he creado un monstruo. ¿Te das cuenta de qué nuestra vida juntos es como tirar una moneda al aire? —dándole una coqueta mirada tratando de aparentar seriedad.

—Vamos señor madurez, vístete y vámonos antes de que mamá decida venir personalmente a buscarnos.

Estaba Dianne por meter la llave en la chapa de la entrada cuando la puerta se abrió mostrando a un Thomas furioso que tomó al otro muchacho por las solapas del saco, estaba por golpearlo cuando Susan intervino.

—Tom suéltalo por favor, ustedes dos a la sala ahora, hijo déjanos solos.

Ambos chicos sentados en el sillón tuvieron el buen tino de fingirse arrepentidos y miraban al suelo, mientras la mujer paseaba de un lado al otro de la sala regañándolos por su falta de consideración al dejarla preocupada, hasta que el ultimo comentario hizo que ambos levantaran la vista.

—Tuvieron mucha suerte, por lo que veo no durmieron mucho o estaríamos en graves problemas ¿acaso ninguno de los dos se percató de que ayer fue luna llena? —la pareja la miró mudos por el comentario, la chica estaba por decir algo cuando su madre se lo impidió continuando con el regaño—. Dianne no puedo creer el grado de irresponsabilidad que has demostrado últimamente y tú Michael no tiene ni 48 horas que volviste de la muerte y ya que ambos se portan como si fueran dos niños inmaduros de 5 años así los voy a tratar, van a estar en tiempo fuera, los quiero a ambos parados en una esquina hasta que yo les diga y mañana no pueden salir a ninguna parte ¿quedo claro? Y ya saben hoy donde va a pasar la noche Mike.

—Mamá no puedes hablar en serio, la última vez que estuve en tiempo fuera tenía 8 años ¿no crees que estamos demasiado grandes para que nos mandes al rincón como dos niños que han cometido una travesura? Espera un momento ¿a qué te refieres con donde va a pasar la noche Mike? Si te refieres al sótano mi respuesta es no, no lo puedes mandar a la jaula, mamá sé razonable —discutían la muchacha poniéndose de pie.

—No recuerdo haberte preguntado si estabas de acuerdo o no, les pregunté si les había quedado claro lo que va a pasar. Mira Dianne creo que no has entendido la gravedad de lo que puede suceder si Michael se convierte estando suelto ¿o es que ya no te importa que muera gente inocente en tanto tú puedas estar con tu novio, también olvidaste que hay gente que lo vio muerto, qué crees que piensen si lo ven por ahí caminando? —respondió molesta su madre mirándola directo a los ojos.

—Holls tu madre tiene razón, por la emoción de estar juntos nos olvidamos de la maldición, fue un descuido que no puede volver a ocurrir al igual que de mi muerte, lo siento Bonita pero no podemos salir o la gente va a comenzar a hacer preguntas pero Susan ¿es en serio lo del tiempo fuera? —interrumpió el muchacho la discusión entre las dos mujeres, la mirada que recibió de la mujer fue la respuesta a su pregunta—. Vamos Did ¿qué tan malo puede ser? Todos los niños lo han hecho alguna vez, tú y yo podemos sobrevivir a un rato en el rincón además si tu madre quiere tratarnos como niños este es el pretexto perfecto para hacer travesuras ¿no? —dijo al oído de su novia sonriéndole traviesamente.

El muchacho llevó a la rubia a una esquina y él se fue a la opuesta junto a la ventana, la chica no podía creer lo que su madre estaba haciéndole y cruzándose de brazos murmuró enojada que era humillante pero la mujer de cabellos cobrizos le respondió que no era esa su intención, sino que pensaran antes de actuar. Antes de salir de la habitación les recordó que no podían hablar y debían permanecer sin moverse excepto si tenían que ir al baño, eso último era una tortura para ambos chicos ya que ninguno podía permanecer mucho tiempo quieto.

Esa noche en cuanto los Winchester se marcharon, Bobby ayudó a Susan cuando bajaron con el neoyorkino al sótano para amarrar y amordazar a éste dentro de la jaula, no podían correr riesgos como lo vez anterior cuando él logró escapar.

El cazador decidió quedarse esa noche con ellas por seguridad así que acompañó a su amiga a la cocina para preparar café y conversar, iba a ser una noche difícil.





Dianne estaba en su habitación cuando escuchó que algo golpeaba su ventana, se acercó y vio como otra piedra golpeaba el cristal, curiosa de ver quién era la abrió y se asomó, sorprendida vio que era el mayor de los muchachos Winchester.

—¿Dean? Te fuiste hace menos de una hora ¿qué quieres y por qué estás actuando como si estuviéramos en secundaria en lugar de tocar la puerta como toda la gente?

—Baja, necesito decirte algo y si tu madre me escucha gritando en la calle a ésta hora, me va a dar un sermón —pidió el muchacho asegurándose de que no saliera la madre.

La chica asintió y cerró su ventana, bajó más por curiosidad que nada, quería ver que era lo que le iba a decir el molesto muchacho.

—Dean ¿Qué significa esto, qué quieres? —cuestionó fastidiada ya que el rubio no hablaba y solo la observaba.

—Significa que soy un idiota por que por un segundo pensé que ya no tendría que sentirme culpable —respondió él encogiéndose de hombros, se había arrepentido de irla a buscar.

— ¿De qué hablas, culpable de qué? —la chica lo miraba sin entender.

—Por querer lo que quiero —admitió el muchacho sonriéndole sarcásticamente.

—Dean…

El muchacho la miró un momento y se dio la vuelta para marcharse.

—No, ya lo sé. Créeme, lo entiendo, eres la chica de otro y todo eso —estaba intentando marcharse pero de pronto se dio la vuelta y regresó decidido, tomando la cara de ella entre sus manos—. No, no ¿sabes qué? Si me voy a sentir culpable por algo, me sentiré culpable por esto —sin decir más la besó.

La primera reacción de la joven fue de sorpresa pero de inmediato cayó en cuenta de lo que acababa de suceder y le propinó sonora bofetada al atrevido muchacho. La muchacha entró enojada en la casa dejando al otro chico sonriendo frotándose la mejilla. Dean escuchó carraspear al amigo de su padre a sus espaldas.

—¿Se te olvidó algo muchacho? —el rubio se volvió y solo se le quedó viendo, se preguntaba desde cuando estaba Bobby parado ahí pero el cazador adivinando sus pensamientos se adelantó—. Si me entero que la vuelves a besar sin su consentimiento Dean Winchester, te las vas a ver conmigo ¿entendiste? Ahora márchate de una vez que ya es tarde.

—Sí señor, buenas noches.

El joven cazador se estaba subiendo a su auto cuando escuchó al hombre nuevamente.

—Tiene buena derecha la pequeña ¿verdad?

—Si, pero valió la pena —respondió mostrandole su acostumbrada media sonrisa mientras se pasaba nuevamente la mano por el lugar donde Dianne lo había golpeado provocando la risa del cazador.

Por los siguientes 5 días, Susan les tenía asignadas tareas a ambos, durante el día Dianne era mesera y Michael lavaplatos y al cerrar el lugar ambos eran los encargados de limpiar todo. Para cuando regresaban a la casa lo único que hacían era cenar e irse a dormir, estaban demasiado cansados como para cualquier otra cosa por lo que no objetaban.

Cuando el castigo terminó, la joven pareja pasaba la mayor parte del tiempo en la casa conversando, viendo películas o simplemente escuchando música. Por las noches iban al restaurante acompañados de Sam y Annabeth a quién la joven le había contado lo sucedido, juntos los cuatro jugaban cartas o al billar.

La castaña joven le preguntó al arquitecto si sus padres sabían de su regreso pero él le explicó que hasta que no supieran si era definitivo no quería crearles falsas esperanzas.

Durante varios días Bobby y John buscaron la forma de romper el trato sin que el muchacho Gallagher muriera pero no la encontraron de hecho no encontraron forma alguna para romper el trato.

Dean no había regresado a la casa Holls desde lo ocurrido aquella noche pero una mañana Michael fue a hablar con el mayor de los chicos Winchester al taller.

—Dean, necesitamos hablar, tengo algo que proponerte —dijo el muchacho de enormes ojos azules.

—Te escucho, tienes 10 minutos, perdón ya solo 9:58 o sea que aprovéchalos —dijo sonriéndole sarcásticamente mientras se limpiaba las manos llenas de grasa ya que estaba arreglando su auto.





Esa noche después de la cena Michael habló con Dianne mientras estaban en el jardín trasero.

—Estás muy pensativo Blue Eyes —comentó la joven abrazándolo por la espalda y apoyando su barbilla en el hombro del atractivo muchacho.

—Solo admiraba el paisaje, Holls hay algo de lo que tenemos que hablar —dijo guiándola a la salita de la terraza—. Cuando me regresaste a la vida olvidaste un detalle, la maldición, sigo siendo un hombre-lobo, lo siento dentro de mi. Bonita sé que es duro lo que te voy a decir, pero debes dejar que rompan el pacto —dijo mientras acariciaba su cabello.

—¿De qué demonios estás hablando Michael? Por supuesto que no, hablaremos con Bobby o con mamá, ellos encontrarán alguna solución pero no me pidas que pase otra vez por lo mismo —la joven miró directamente a los ojos de su novio.

—Hermosa sé que es difícil, pero no puedo vivir sabiendo que puedo dañar a otras personas, ya hablamos de esto la otra vez pero tampoco quiero que tú andes por la vida como alma en pena. Tienes que jurarme Holls que si algo me pasa, vas a levantarte ya continuar con tu vida, hablo en serio Dianne —después de decirle eso, tomó su rostro entre sus manos y la besó.

—Mmh como negarte algo después de ese beso —respondió ella abriendo los ojos—. Vale lo juro, joder no sabía que eras tan enojón, de todas maneras nada te va a suceder, te amo Blue Eyes —dijo haciendo un puchero ante la expresión seria de él.

Al ver su expresión, el muchacho soltó una carcajada y la abrazó nuevamente.

—Si tu madre te escucha hablar así te va a lavar la boca con jabón Holls, yo te amo más y siempre lo voy a hacer —le besó la cabeza y apretó su abrazo como si no quisiera soltarla, en los ojos del muchacho se reflejaba la tristeza que comenzaba a embargarlo.

Mientras esto sucedía en casa de los Holls, Dean se dirigía al cruce de caminos, en cuanto llegó ahí metió lo necesario para la invocación en la caja y la enterró, solo quedaba esperar a que el demonio apareciera.

—¿Qué trae a un chico guapo como tú por aquí? —preguntó una muchacha bastante atractiva detrás de él—. ¿Me llamaste? —cuestionó al ver su mirada dudosa.

El muchacho le respondió afirmativamente dudoso ante la mujer ya que él esperaba a un demonio hombre, la chica le sonrió y le dijo que no fuera tímido y pidiera lo que deseaba, se notaba que era su primera vez.

—Sé todo sobre ti Dean Winchester, me mantengo informada, sé a lo que viniste —aclaró ella y sus ojos se pusieron de un rojo brillante.

—Vaya entonces no perdamos tiempo y dime que tengo que hacer —apresuró él joven cazador.

—Eres directo además de guapo, sé que quieres que cancele el trato de tu amiguita Dianne Holls pero desgraciadamente eso, no es negociable —aclaró la demonio mientras caminaba despacio alrededor de él.

—Haré que valga la pena —dijo el muchacho sonriéndole seductoramente.

Ella lo miró lascivamente y le preguntó que era lo que pensaba ofrecerle como para que ella se olvidara del otro trato, que por cierto no había hecho ella si no uno de sus jefes.

—A mí —respondió sonriéndole nuevamente.

—Vaya, vaya, te vas a sacrificar por la mocosa esa que ama a otro, que conmovedor, pero lo siento prefiero ver como sufres por su muerte, la quieres tanto, al igual que querías a mami —dijo burlonamente mientras caminaban, él se recargó en una torre de agua que había ahí.

El rostro del muchacho cambió radicalmente cuando escuchó esas palabras, ella le dijo que podía devolverle a Mary si quería pero no cancelar el contrato de Dianne, Dean guardó silencio y se quedo pensativo, cuando la demonio se iba a marchar él la llamó nuevamente y le preguntó si realmente la podía traer de vuelta, a su mamá.

—Tienes suerte de que no soporte las caras tristes y los ojos de perrito abandonado son mi punto débil y no puedo dejarte así ¿Por qué no te olvidas de la mocosa? Además puedo devolverte a mami justo como la recuerdas, tendría una larga y feliz vida, como debió de haber sido y tú tendrías 10 años para disfrutarlos junto a ella, serían otra vez una gran y feliz familia —prometió ella.

Le divertía ver la tristeza en la cara del joven y atractivo cazador sin contar que si cerraba el trato, sus superiores estarían complacidos por lograr el alma de uno de los temidos Winchester.

Sin pensarlo dos veces la mujer se acercó a él, jugaba con la chamarra del muchacho mientras lo trataba de convencer de olvidarse de Dianne Holls y su trato y cerrar otro para revivir a su madre.

El muchacho movía la cabeza apesadumbrado mientras caminaba fuera de la torre, se giró y la miró un momento.

—¿Crees que puedas agregar un juego de cuchillos al trato? —dijo con voz tranquila.

—Ese estúpido mecanismo de autodefensa tuyo… —comenzó a decir la mujer mientras caminaba cerca de él.

De pronto sintió una barrera que le impedía salir, miró hacia arriba y se percató que en el techo estaba dibujada una trampa para demonios también conocida como trampa de Salomón y la demonio se enfureció, le ordenó dejarla salir, el muchacho le sonrió sarcástico.

—Seguro pero primero tenemos que hacer un trato tú y yo, vas a deshacer el trato de Dianne Nicole Holls, yo conservo mi alma y después te libero, voy a comenzar a contar y si llego a tres y no lo has hecho, comienzo el exorcismo —dijo mientras rodeaba la torre caminando despacio.

Al ver que la mujer no cedía, sacó el diario de su padre y un rosario y comenzó a recitar el ritual, la mujer comenzó a temblar tratando de convencerlo de que pensara en su madre pero el cazador continuaba repitiendo el rito en latín.

La mujer le gritó que aceptaba pero debía detenerse también le explicó que se sellaba el pacto con un beso y el muchacho entró debajo de la torre y la mujer lo besó.

—Me hubieras avisado que me ibas a violar con tu lengua, eww que desagradable sensación —exclamó él poniendo cara de asco.

La demonio lo miró seria era evidente que estaba enojada.

—Dianne Holls quedará libre del contrato, va a tener una larga y feliz vida, desgraciadamente no junto al bombón que tiene por novio, te doy mi palabra que no miento, esa es mi garantía además voy a permitir que la niña se despida, le voy a dar esta noche, mañana temprano él nuevamente va a pasar a mejor vida, ya tienes lo que querías, ahora déjame ir —dijo ella secamente.

El muchacho rubio le sonrió y se alejó de la torre, estaba pensando seriamente en continuar con el ritual de exorcismo pero ella le advirtió que si continuaba en cuanto regresara del infierno lo primero que haría sería buscar a su amiga; el muchacho escaló la torre y borró parte del símbolo para que ella pudiera salir, en ese momento apareció un hombre de baja estatura junto a él.

—No tan rápido. Dean Winchester supongo, mi nombre es Crowley. Tú, puedes irte yo me hago cargo —dijo el hombrecillo y de inmediato la mujer desapareció—. Me temo que lo que te prometió no es del todo verdad, tú sabes lo difícil que es conseguir buenos empleados estos días —dijo como si hablara del clima, tenía un marcado acento británico.

—¿A qué te refieres? —dijo el cazador poniéndose en guardia.

—Ustedes los Winchester son peces gordos por lo que tienes que tratar conmigo, no te preocupes por explicarme cariño sé por qué estás aquí, quieres que termine el trato de la dulce Dianne ¿qué, quieres ofrecerme tu alma? Pero te tengo malas noticias, no me interesa por el momento de todas maneras está muy amargada —decía Crowley con desdén.

—Tú lo has dicho, somos peces gordos, todo lo que tienes que hacer es romper el trato de Dianne, darme 10 años y mi alma es toda tuya.

—No me interesa.

—¿Por qué no? A todos les das eso, mira dame 8, oh vamos es un buen trato —insistió el muchacho ante la negativa del demonio.

—Tú no eres como los demás, ustedes los Winchester dan muchos problemas y no tengo ganas de enfrentarme a papi John cuando se entere, mejor olvídalo mocoso y regresa a casa como un buen niñito —dijo burlándose el demonio.

—Vale dame cinco años y es mi oferta final o no hay trato.

—Lo siento amor pero no hay trato, no insistas por cierto dale mis saludos a la pequeña y espero que en 10 años le hagan un bonito funeral—respondió éste dándose la vuelta.

—Espera ¿qué tengo que hacer? —Dean se sentía desesperado, no podía dejar que Dianne muriera.

—Primero deja de humillarte, te ves bastante patético —respondió el demonio dándose la vuelta acercándose al joven—. Realmente eres como esos molestos cachorros que no paran de brincar hasta que les haces caso, vale solo por qué tengo buen corazón te voy a dar un año, tómalo o déjalo.


Cuando Bobby vio regresar al rubio a su casa quiso hablar con él pero el muchacho le rehuyó alegando que estaba muy cansado subiendo a su habitación.

A la mañana siguiente fueron a la casa de su amiga, sabían que los iba a necesitar ya que Michael se había marchado, lo habían encontrado muerto en la sala de su casa alrededor de las 5 de la madrugada por lo que entre todos lo llevaron de regreso al cementerio y lo enterraron nuevamente.

Cuando entraron en la casa Susan los miró, por su expresión supo lo que había sucedido ya que por la noche John le había llamado para contarle lo sucedido entre Dean y el pacto, lo que no sabían era que si había cerrado el trato a pesar de que cuando la mujer se lo preguntó directamente, el joven lo negó.

La pelirroja se acercó al mayor de los chicos Winchester y con la mano le acarició la mejilla sonriéndole, en sus ojos azules se reflejaba toda su gratitud.

—Dean ¿Realmente estabas dispuesto a hacer eso por mi hija? —en los ojos verdes vio la respuesta—. ¿Tanto la quieres para sacrificarte por ella?

Cuando el muchacho estaba por responder Dianne entró corriendo a la cocina preguntando por su novio, al ver sus rostros supo de inmediato la verdad, Dean se acercó a ella y le entregó un sobre dirigido a ella.

—¿Tú sabías que se iba a marchar y no me lo dijiste? Espero que estés contento ¿No es lo que querías? Te odio Dean Winchester —lo miró furiosa, le arrebató el sobre y corrió a su habitación.

—Cariño sabes que no lo dijo en serio, está ofuscada —trató de confortar la cazadora viendo la mirada de tristeza del joven que tenía fija la vista por donde se había marchado la rubia.

El muchacho le dirigió una triste sonrisa y se disculpó saliendo al jardín, su hermano fue tras de él.

—Sabes Sammy, el recuerdo de él donde quiera que esté me va a seguir siempre, no creo que la mocosa algún día me vaya a corresponder— dijo sin voltearlo a ver.

—Dean no puedes pensar eso, debes seguir intentándolo —respondió el alto muchacho, nunca había visto a su hermano tan decaído—. Dean, cuando le hiciste esa oferta a ésa demonio ¿Realmente no estabas hablando en serio, no estabas dispuesto a intercambiar tu alma por la de Dianne? Era solo un truco ¿Verdad? —preguntó buscando su mirada.

Dean solo desvió nuevamente la mirada y se dirigió a su auto sin ver hacia atrás, se subió, encendió la radio y se marchó.

Sam subió a la habitación de su amiga acompañado de Susan para intentar consolar a la chica mientras que Bobby le decía a John que se fuera al taller para ver si el muchacho estaba ahí, él buscaría a Dean en los alrededores.

Después de varias horas de buscarlo sin éxito, John le dijo que se regresara a Sioux Falls ya que seguramente el muchacho estaba bien y solo necesitaba tiempo para pensar.

Cuál sería la sorpresa del experimentado cazador al llegar a su casa y encontrar al muchacho ahí, era claro que algo más había sucedido por lo que decidió cuestionarlo directamente.

—¿Qué carajos hiciste muchacho estúpido? Dean Winchester hiciste un trato… Por Dianne ¿no? …¿cuánto tiempo te dieron?

—Bobby…—comenzó a decir el rubio bajando la mirada.

—¡¿Cuánto Dean?! —gritó el cazador.

—Un año —murmuró éste.

El hombre se quitó la gorra y se pasó los dedos entre los cabellos, alterado por la estupidez cometida por el muchacho.

—Bobby entiéndeme por favor, Dianne tiene mucho por que vivir, tiene una familia que la ama, tiene un futuro y no la podía dejar morir, yo…bueno…no se pierde mucho ¿cierto? Por lo menos algo bueno va a salir de todo esto, al menos mi vida va a significar algo —respondió dándole una triste sonrisa.

El hombre no podía dar crédito de lo que oía, tenía ganas de estrangular al noble muchacho.

—¿Qué, acaso antes no significaba nada, tienes tan pobre opinión de ti mismo niño, estás loco? —gritó Bobby tomándolo por las solapas de la chamarra sacudiéndolo.

—No podía dejarla morir Bobby, no podía —murmuró el joven con los ojos llenos de lágrimas.

—Porque la quieres ¿Qué crees que va a sentir cuando se entere que vas a ir al infierno por ella, cuando lo sepan Sam o Susan? —lo cuestionaba el angustiado cazador.

—No les puedes decir Bobby, cuando llegue la hora me disparas o inventas algo pero por favor lo que quieras pero no les digas la verdad tío Bobby —le rogaba Dean con la voz entre cortada mientras gruesas lágrimas corrían por su cara.

El cazador tomó su rostro entre sus manos y lo miró con todo el cariño que sentía por el chico, lo abrazó sintiendo un enorme dolor al saber lo que le esperaba al muchacho.

—Y por supuesto que no quiero a la mocosa esa —refutó Dean limpiándose la cara.

—Por supuesto, lo que tú digas muchacho, vamos adentro que tengo que avisarle a tu papi qué estás aquí —dijo sonriendo Bobby.

Estaban por entrar en la casa cuando escucharon un ruido, había alguien más ahí entre los autos, ambos cazadores se escondieron. Los pasos se acercaron cada vez más a su ubicación por lo que cuando calcularon que el intruso estaba cerca ambos salieron de su escondite para apuntarle con sus armas.

—Dios Sammy, casi te vuelo la cabeza ¿Qué haces aquí? —exclamó su hermano mayor.

—Vine a buscarte y antes de que preguntes como sabía que estabas aquí te lo voy a decir fue el GPS de tu celular, Dean tenemos que hablar ¿hiciste un trato verdad? —aclaró el alto Winchester.

Bobby decidió dejar solos a los hermanos alegando que iba a preparar algo de desayunar y avisarle a John que ambos estaban ahí.

Sam sabía que detrás de la sonrisa sarcástica de su hermano había algo más pero el otro le respondió que por supuesto que no pero el chico insistió en querer saber la verdad, estaba casi seguro de lo que su hermano mayor había hecho.

Dean solo movía la cabeza fingiendo sonreír pero evitaba ver a Sam a los ojos, eso sirvió para confirmar sus sospechas.

—¿Cuánto te dieron? —preguntó tratando de contener las lágrimas.

—Un año —susurró cerrando los ojos.

Sam trataba de contener el enojo por lo que había hecho su hermano y se preguntaba si su padre estaría enterado. Le dijo que no debía haberlo hecho, habrían buscado la manera de librar a la joven Holls del trato.

Horas más tarde llegaron John y Caleb, ambos preocupados y a la vez enojados por la imprudencia del muchacho pero cuando éste quiso reclamarle a Bobby por haberles dicho éste solo le respondió que iba a necesitar toda la ayuda posible.

Para John su peor pesadilla estaba por cumplirse: la muerte de uno de sus hijos. Ambos Winchester se miraron por largo rato y lo único que el patriarca le dijo era que iba a hacer lo que fuera necesario para evitar su muerte a lo que el muchacho rubio asintió y se limpió la solitaria lágrima que resbalaba por su rostro.

Pasaron buena parte del día buscando entre los libros de Bobby alguna solución pero no encontraron nada y cada minuto que pasaba era más evidente la frustración del muchacho castaño.

—Sammy no te enojes, no me hagas eso, no lo hagas…no tú, entiéndeme debía hacerlo, me prometí cuidar de Dianne, de Jo y principalmente de ti…es mi trabajo —le dijo muy serio pero su hermanito sabía que en sus palabras estaba toda la angustia que estaba sintiendo.

—¿Y cuál crees que es el mío eh? Demonios Dean ¿es que pensabas, que no me iba a importar que murieras o que no me iba a enterar? Joder Dean has salvado mi vida una y otra y otra vez, has sacrificado todo por mí, por los demás ¿Cómo crees que va a reaccionar Susan cuando se entere? Eres un maldito hipócrita, le gritaste a Didi cuando lo hizo y luego vas y haces lo mismo —preguntó Sam enojado.

—Cálmate Sam, vamos a encontrar una solución —ordenó su padre.

—Carajo papá ¿cómo me pides eso, si te das cuenta de que a tu hijo le queda un año de vida o es que no te importa?... ¿Por qué no podemos tener una vida como los demás, no merecemos un poco de felicidad? Siempre somos los que tenemos que sacrificarnos, explícame Dean ¿por qué tuviste que vender tu alma para salvar a Didi, es que acaso el demonio no quiso romper el trato?

—Ya basta Sam, fue mi decisión y no voy a discutir contigo mis razones —exclamó molesto el mayor de los chicos.

—Eres mi hermano mayor y no hay nada que no haría por ti…no me importa lo que se necesite para sacarte de esto…voy a salvar tu trasero —aseveró Sam.

Ambos muchachos trataron en vano de sonreír pero cuando escucharon la voz enojada a sus espaldas se giraron sorprendidos.

—Espero Sam que no planees hacer una estupidez como la de tu hermano —dijo Susan cuando entraba en la casa acompañada de Bobby.

Su mirada denotaba que estaba furiosa y antes de que el muchacho le contestara ésta se dirigió a donde estaban los otros dos cazadores que la miraban incrédulos ya que ninguno esperaba la llegada de la pelirroja.

—¿Cuándo pensabas avisarme de lo sucedido John o acaso pensaste que no me iba a dar cuenta? Carajo Winchester creí que éramos amigos y sabes perfectamente lo que tus hijos significan para mí y tú ¿qué ya olvidaste mi teléfono Caleb o también pensabas ocultármelo? —cuestionaba la furiosa mujer pasando la fría mirada de un hombre al otro.

Al ver que ninguno respondía se giró para enfrentar al mayor de los hijos del pelinegro que al ver que se dirigía hacia él desvió la mirada hacia el mayor de los cazadores sintiéndose traicionado por haber revelado su secreto.

—¿Qué pensabas Dean, que no me iba a enterar? Y no veas a Bobby así que lo hizo por qué está preocupado por ti, me contó todo por qué sabe lo importante que eres para mí niño tonto; pensé que tenías más sentido común pero veo que me equivoqué, tanto tú como Dy van a sacarme canas verdes; así que no me importa la edad que tengan o su opinión o la de su padre, a partir de hoy están a mi cargo lo que quiero decir es que aun cuando no viven conmigo se van a reportar conmigo ya sea por teléfono o en persona diario para constatar que están bien ¿quedo claro? —lo último iba dirigido a ambos chicos pero en ningún momento desvió la vista del mayor de ellos retándolo a que discutiera su decisión.

Ambos jóvenes estaban por discutir pero la mirada de la mujer dejaba bastante claro que no era buena idea y solo guardaron silencio y voltearon a ver a su padre asombrados por su silencio.

John tenía la mandíbula tensa y no quitaba la vista de la mujer con los brazos cruzados y después de unos segundos abrió la boca para discutir pero la pelirroja se le adelantó.

—No te atrevas a decir una palabra John Eric Winchester por qué te aseguró que te pongo esos libros de sombrero ¿qué no pensaste en lo que iba a hacer Dean cuando se fue en el Impala? Sabes lo impulsivo que es ¿acaso no te extrañó…? No toda la culpa es tuya, debí darme cuenta de que me estaba mintiendo cuando se lo pregunté pero de ahora en adelante tú me respondes si algo les pasa a los chicos. Y tú Dean más te vale empezar a hablar, quiero saber exactamente lo sucedido y más te vale que no me vuelvas a mentir o te juro que le pido a Bobby su cepillo y no para peinarme precisamente —nunca ninguno de ellos habían visto a la mujer tan enojada.

Dean tenía sentimientos encontrados, lo sucedido en las últimas 24 horas lo tenían confundido, enojado, dolido y sabía que la mujer frente a él lo quería como a un hijo pero no estaba dispuesto a renunciar a la autosuficiencia que tenía desde niño y permitirle que le dijera lo que podía o no hacer como si fuera un chiquillo.

—No.

—¿Perdón qué dijiste? —preguntó Susan poniendo sus manos en sus caderas mirándolo a los ojos.

—No voy a hacer lo que tú quieres, soy un adulto y tomé una decisión y todos ustedes deberían respetarla, no fue un impulso como dice Susan, sabía perfectamente lo que estaba haciendo y cuáles eran las consecuencias cuando decidí cerrar el trato ¿Por qué no pueden entenderlo? No voy a romper el trato por qué si lo hago Dianne muere y no lo voy a permitir así que déjenme en paz —les aclaró enojado el muchacho rubio.

—¡Dean no!

—¡¿Qué Sam?! Tú eres el que siempre se queja de que nos tratan como niños ¿y de pronto estás de acuerdo con lo que propone Susan? Yo ya me cansé de ser siempre el que obedece órdenes y hace lo que los demás quieren pero eso se acabó, pienso vivir el año que me queda como me dé la gana, lo siento Susan pero con todo respeto no eres mi madre para decirme lo que debo hacer y ni tú ni papá pueden obligarme —aseguró Dean ante el asombro de todos por su reacción.

Tanto John como Bobby estaban por llamarle la atención al muchacho por su altanería pero Susan se les adelantó levantando los brazos para que no se acercaran. Durante un momento estudió las reacciones del joven cazador frente a ella y decidió hacer algo que nadie esperaría y que sabía que tentaría al chico rubio.

—¿Saben qué? Dean tiene razón en que debemos dejar que ellos tomen sus decisiones, también tienes razón al decir que no soy tu madre pero te aseguro que conocí lo suficiente a Mary como para saber que ella estaría de acuerdo conmigo y ya que te gustan tanto los tratos te propongo uno más bien una apuesta, si tú ganas te prometo que nadie te va a decir nada y yo voy apoyar tu decisión pero si yo te venzo tú vas a hacer lo que yo diga ¿qué dices Dean, aceptas? —explicó la mujer sonriéndole y enarcando una ceja.

Todos los presentes la vieron con curiosidad, Dean sabían que la mujer nunca prometía nada que no fuera a cumplir, cuando el rubio le preguntó de qué se trataba la mujer le dijo que iban a luchar cuerpo a cuerpo y ninguno de los presentes podía intervenir, los tres hombres más jóvenes la miraron sorprendidos mientras que los otros dos estallaron en carcajadas.

Susan picando el orgullo del muchacho le preguntó si tenía miedo de que una mujer de su edad le ganara, obviamente la reacción del joven cazador no se hizo esperar aceptando de inmediato. Sam sorprendido vio como su padre se apoyaba tranquilamente en el respaldo del sofá mientras que Bobby iba a la cocina por unas cervezas.

—¿Papá no lo vas a impedir? Susan puede salir lastimada, sabes que Dean es bastante bueno en eso —cuestionó extrañado el alto castaño.

—Nop, yo me preocuparía más por tu hermano pero Dean necesita una lección de humildad, Singer ¿Qué pasa con esa cerveza? Sue no me lo vayas a lastimar… mucho—respondió mientras seguía a la pareja afuera de la casa.

Dean se quitó la chamarra, el colgante que le regalo Sam y su anillo mientras veía que ella se arreglaba el cabello en una cola de caballo y se quitaba el suéter quedándose en camiseta y pantalón de mezclilla.

Ambos oponentes se midieron durante un momento antes de empezar, Dean pensaba que iba a ser sencillo pero no contaba con la agilidad y la preparación de la mujer, cada vez que pensaba que la tenía sujeta la mujer daba un giro y lo tumbaba en el suelo, después de un rato la pelirroja decidió que era momento de terminar con su juego y en un momento tenía al joven boca abajo con los dos brazos sujetos en su espalda y la mujer tenía apoyada la rodilla cerca de su cuello y cuando Dean trató de voltearse ella simplemente jaló las muñecas del chico hacia sus omoplatos inmovilizándolo por el dolor que le causaba al moverse.

—¿Te rindes niñito? —preguntó Susan presionando un poco más con su rodilla.

Dean hizo una mueca y asintió, en ese momento la mujer lo soltó y lo ayudó a levantarse ante la mirada asombrada de Sam.

—¿Cómo? —preguntó el menor de ellos.

—Tanto tu abuelo Samuel como Patrick entrenaron a Susan y a tu madre para defenderse si alguien las atacaba, alguna vez las vi luchar entre ellas, jugando obviamente y te aseguro que las dos eran bastante buenas. ¿Todavía quieres el cepillo Sue? —le explicó John sonriéndole a la pelirroja.

—No creo que sea necesario John, estoy segura de que tu hijo aprendió a no meterse conmigo ¿cierto Dean? Bobby creo que al chico rudo y a mí nos caería bien una cerveza —respondió ella sonriendo mientras se soltaba nuevamente el cabello.

—Eres buena luchando Susan ¿Cómo es que nunca nos contaste de esto? —preguntó Sam sentándose a la mesa frente a ella.

—Nunca preguntaron, algunas veces después de correr, mis hijos y yo luchamos un poco para mantenernos en forma —respondió ella encogiendo un hombro restándole importancia al asunto.

—¿Qué, la mocosa también? Eso tengo que verlo —exclamó sorprendido Dean.

—Cuidado Dean, no te vaya a patear el trasero como lo acaba de hacer Susan —replicó riendo Caleb.

—Haha muy gracioso ¿crees que podamos volver a hacerlo Susan? Me gustaría que me enseñaras esa maniobra —preguntó el rubio sonriéndole—. ¿Cómo acabó “Gigantón” siendo tu hijo, perdón Tom?

La mujer le contó la historia del otro muchacho con ellos y de cómo al morir sus padres había se había convertido en un miembro más de la familia Holls.

Pasaron buen rato riendo y charlando sobre anécdotas del pasado y cómo a pesar de que Dean no recordara, Tommy y él habían sido amigos y cómplices en las travesuras antes de la muerte de Mary.

Todo parecía tranquilo y normal hasta que John decidió que era momento de que su hijo mayor les explicara exactamente lo sucedido con el demonio del cruce de caminos.

Susan se percató de como la tensión volvió al muchacho al igual que su semblante se ensombreció conforme les narraba lo sucedido, cuando Dean mencionó el aspecto y el acento del demonio, Bobby de inmediato supo que se trataba del mismo ser que años atrás Dianne conoció y les dijo que debía investigarlo para buscar la forma de derrotarlo.

La cazadora sentada junto al tenso muchacho le tomó la cara entre sus manos buscando su verde mirada y le sonrió tratando de calmarlo ya que él solo repetía que no podían hacerlo, lo único que importaba era mantener a salvo a Dianne.

—Dean cariño no te preocupes, Dy está a salvo, nadie va a morir ¿entiendes? No voy a dejar que te sacrifiques por ella ni por nadie, no voy a dejarte morir, todo va a salir bien, te lo juro —le aseguró para después rodearlo con sus brazos.

El muchacho intentó sonreír y asintió dejándose abrazar por la mujer. La mirada del cazador más viejo se encontró con la de ella y Bobby le sonrió tristemente ya que sabía que era la primera vez que su amiga prometía algo que no estaba segura de poder cumplir.

Después de un momento el experimentado cazador se levantó y fue a la cocina pretextando que tenía que ver lo de la cena pero la realidad era que no quería que se dieran cuenta de la humedad en sus ojos, Caleb y los chicos salieron al patio para comentar sobre unas armas nuevas y no querían ser escuchados por la pelirroja mientras que John y Susan se reunieron con Bobby en la cocina quién al percatarse de su presencia rápidamente se limpió la cara.

—Hey Singer tranquilo vamos a encontrar la forma de salvar a Dean —le dijo el padre poniéndole la mano en el hombro.

—No sé a qué te refieres Winchester, yo estoy bien y puedes apostar tu trasero que lo vamos a hacer—respondió recuperando su hosca manera de ser—. Pero estaba pensando otra cosa que quería discutir, no sé ustedes pero no creo que sea sano para la salud mental de esos chicos que vivan con la incertidumbre de lo que podría suceder si no lo logramos, que Dean tiene la espada de Damocles pendiente de su cabeza.

—Estoy de acuerdo contigo ¿qué sugieres? —preguntó la cazadora.

Les explicó que había pensado en pedirle a Castiel qué borrara de sus recuerdos el trato con Crowley, recordarían lo demás menos el hecho de que a Dean le quedaba un año de vida a lo que ambos estuvieron de acuerdo después de que Bobby fingiera darle a Susan una breve explicación del ángel. Recordarían hasta el momento en que selló el rompimiento del contrato de la joven Holls.

Decidieron que fuera en cuanto regresaran a Lawrence, esa noche dormirían en casa del cazador y al día siguiente emprenderían el regreso después del desayuno. Caleb decidió regresar esa noche a su rancho para que no se preocupara su esposa por lo que se llevó la camioneta GM de John con la promesa de llevársela después a su casa.

A la mañana siguiente Dean estaba como si nada ocurriera, durante el desayuno bromeó con todos y se dedicó a molestar a Sam como era su costumbre, para la mujer era bastante obvio que una vez más estaba escondiendo sus sentimientos por lo que cuando se preparaban para partir le pidió a John se llevará su camioneta y que Sam fuera con él para que ella regresara con Dean en el Impala.

Dean estaba despidiéndose de Bobby cuando su padre se marchó, le extrañó que Susan no se despidiera de él pero se encogió de hombros y se subió a su auto.

—Bueno Sammy vámonos ¿qué opinas si pasamos antes al bar de Ellen a ver si hay algún incauto para ganar unos dólares en el billar y tomarnos una cerveza? —dijo poniendo en marcha el auto.

—Por mi está bien pero ¿no crees que es un poco temprano para cerveza Dean? —respondió la cazadora provocando que el muchacho diera un brinco.

—Joder Susan ¿quieres mandarme a la tumba antes? —la mujer le propinó un golpe en la nuca—. Ow, vale lo siento fue un mal chiste pero pensé que te habías ido con papá ¿qué paso?

—Me dijo que necesitaba hablar con Sammy así que solo estamos tú y yo guapo ¿todavía quieres ir al Harvelle’s Roadhouse? También soy buena en el billar —comentó Susan sonriéndole levantando una ceja.

—Seguro, además no es muy temprano para una cerveza, en alguna parte son las 2:00 am. Espero seas tan buena como luchando, solo espero que Sammy llegue en una pieza a Lawrence por qué conociéndolos van a acabar discutiendo como siempre.

A los Harvelle les llamó la atención ver llegar al muchacho Winchester con Susan Holls, mientras Jo cuestionaba a su hermano, Ellen se acercó a Susan para platicar y en cierta forma también saber a qué se debía su visita, ambos se habían puesto de acuerdo antes y solo les dijeron que habían ido a ver unas cosas con Bobby pero que Sam se había tenido que regresar con John.

Estuvieron ahí cerca de dos horas y después decidieron emprender el regreso. Durante el trayecto Dean iba bastante pensativo, cerca de Lawrence la pelirroja le pidió detenerse un momento alegando que necesitaba estirar las piernas por lo que el muchacho orilló el auto junto al lago que estaba en las afueras del pueblo.

Ambos cazadores se quedaron en silencio un rato simplemente observando el tranquilo paisaje recargados en el Impala.

—Joder, voy a extrañar esto —murmuró de pronto el muchacho observando el hermoso lago.

Susan decidió que era el mejor momento para platicar y tratar de que el chico sacara lo que estaba guardándose pero sin que ella hiciera nada de improvisto el muchacho comenzó a hablar.




—Te juro Susan que tenía ganas de decirle que se metiera su trato donde el sol no brilla pero… no pude… no con la mocosa de por medio, pero no importa ¿sabes? Todo va a ser mejor cuando me vaya, que Dios me ayude, las cosas que he hecho…—los ojos poco a poco se le comenzaron a llenar de lágrimas mientras hablaba tratando de ahogar un sollozo.

—Cariño has hecho lo que has podido, has pasado por demasiadas cosas, no digas eso, eres un gran chico.

—Hay ocasiones en que ya no puedo más ¿Por qué todo tiene que ser tan endemoniadamente difícil? Ya no puedo… ya no quiero seguir…

—Dean…

—Como siento esto… en mi interior… Susan, duele, duele mucho, por favor quiero que pare —para ese momento el joven cazador lloraba abiertamente—. Desearía ya no sentir una maldita cosa… Susan por favor has que pare.

—Ojala pudiera cielo, daría lo que fuera por hacerlo, ven acá —dijo rodeándolo con sus brazos sintiendo como el rubio se estremecía por los sollozos.

Pasaron un momento abrazados hasta que Dean tuvo sus emociones en control nuevamente, se separó de la mujer y se limpió la cara con la mano.

—No voy a mentirte más Susan, esto me asusta más que nada pero ya no quiero volver a hablar del tema —dijo levantando nuevamente los muros en su interior.

—Dean no puedes cargar con esto solo, déjame ayudarte.

—¿Cómo? Dime Susan ¿Piensas que con una maldita charla corazón a corazón va a cambiar esto, va a evitar que muera? No estoy hablando de tener un mal día, no hay forma de arreglarlo. Lo siento no debí hablarte así, no quiero morir pero no hay forma de salvarme.

—La buscaremos —aseguró la mujer—. No vas a ir al infierno, no importa lo que me cueste, no voy a dejarte ¿quedó claro? No quiero volver a oírte hablar así.

—Vale pero no por qué yo vaya a morir quiere decir que te vas a poner en riesgo tratando de salvarme, no, maldición simplemente no Susan júramelo —exclamó al ver la resolución en los azules ojos de la mujer—. Esos hijos de puta saben cuál es mi punto débil y lo están usando en mi contra, esto es mi responsabilidad.

—Dean, no voy a pedir permiso niño, simplemente voy a hacer lo que se necesite, no voy a dejar que mueras.

—Sí, si lo vas a hacer por qué de lo contrario tu hija morirá y no voy a dejar que pase, Susan por favor necesito tu ayuda en esto, tienes que dejarme ir por favor —le dijo endureciendo su mirada.

Sin decir más el muchacho se dio la vuelta retornando a su lugar tras el volante, la pelirroja se dio cuenta de que no iba a lograr que el obstinado Winchester cambiara de opinión y subió al auto. Después de un momento se percató que el cazador se había nuevamente puesto su máscara de indiferencia.

Esa noche los Winchester cenaron con los Holls, el ambiente estaba cargado de tensión y la abierta hostilidad de la rubia contra el mayor de los chicos Winchester no ayudaba hasta que la madre intervino diciéndole que ya era suficiente, la chica la miró enojada y sin decir más se levantó de la mesa y se fue a su habitación.

Cuando estaban por marcharse Dean quiso hablar con Susan a solas por lo que se apartaron de los demás.

—Susan quiero pedirte dos cosas, una es que Dianne jamás bajo ninguna circunstancia se enteré de lo que hice y la segunda es que te encargo a mi familia, cuida de ellos por favor —le pidió muy serio—. y no dejes que papá y Sammy se maten, ya sabes cómo son —terminó sonriendo tratando de aligerar el momento.

—Tienes mi palabra que Dy jamás sabrá por mí el enorme sacrificio que hiciste por ella y en cuanto a lo segundo no necesitas pedírmelo, cuenta con ello.

—Otra cosa, quería disculparme por lo que te dije en casa de Bobby, sabes que te quiero y eres lo más cercano a una madre para mí —murmuró bajando la mirada.

—Lo sé cariño, hey no te preocupes todo está bien entre nosotros y yo también te quiero más de lo que te puedes imaginar pero mañana los quiero a ti y a Sam para desayunar ¿entendido? —contestó ella sonriéndole y aparentando severidad.

—Sí señora, mañana aquí estaremos —respondió él devolviéndole la sonrisa, le hizo un saludo militar y ante la risa de la mujer se marchó.

Todo estaba en silencio en la casa Winchester cuando Castiel apareció en la habitación del menor de ellos, Sam dormía profundamente, el ángel se le acercó y con dos dedos tocó su frente, en ese momento la puerta de la habitación se abrió.

—¿Cass? —preguntó extrañado Dean bajando su arma—. Por Dios ¿qué carajos haces aquí y qué le hiciste a Sammy?

El inexpresivo ser observó al cazador en silencio, dudaba entre decirle la verdad de su visita o no pero decidió que el humano merecía saber la verdad por lo que le contó sobre la petición de Bobby lo cual enfureció al muchacho.

—Maldición Bobby —murmuró entre dientes y levantó la vista cuando el ángel se le acercó—. Oh no ni lo intentes Castiel, en cierta forma estoy de acuerdo que Sammy no necesita recordar eso pero yo soy diferente historia, bajo ningún aspecto me vas a hacer olvidar ¿entendiste? Si te preguntan les dices que lo hiciste —le ordenó el obstinado joven.

—Me estás pidiendo que mienta, no entiendo Dean Winchester por qué quieres recordar que en un año vas a ir al infierno —dijo extrañado.

—Tengo mis razones, mira no te pido que mientas solo… omite la parte de que me hiciste olvidar, por favor.

—Como quieras Dean, es tu decisión, estos meses por venir vas a tener que tomar decisiones difíciles —después de decir esto el ángel desapareció.

—Lo sé Cass, lo sé.

El muchacho rubio observó un momento a su hermano dormir plácidamente y pasó su mano acariciando los castaños cabellos de su hermano menor y salió de la habitación regresando a la propia.

Tenía mucho en que pensar, para empezar en como fingir ante los demás que el ángel había logrado su cometido, tenía que actuar como si nada pasara para tranquilidad de los demás.

Cuando se percató ya estaba amaneciendo por lo que se dispuso a tomar una ducha, su padre y hermano no tardarían en levantarse.

A partir de ese día comenzaba una nueva etapa en la vida de Dean Winchester.